domingo, 17 de agosto de 2014

Inventando un día bueno, no.

Un día te levantas y decidís que, solo por hoy, vas a intentar ser feliz...

Llega la familia con los mas grandes y los mas chicos, no te queda otra que sonreír. Ella disimula a la perfección su dolor, los hombres preparan el asado, como tantas otras veces, las mujeres la ensalada y la mesa...entre risas y charlas todo parece igual que siempre pero en ciertos momentos sentís que no, NO ES IGUAL. Este asado tuvo sabor a familia y a tristeza, sus silencios, su tono de voz, algunos que se sacan fotos con ella y vos seguís sonriendo porque te propusiste que por hoy, solo por hoy, ibas a ser feliz.
Pero llega ese momento en que todos se van y de nuevo quedamos solo ella y yo, en esta casa que por momentos se siente tan inmensa. Ahí te das cuenta que solo te vestiste de felicidad y que ya te empieza a incomodar, como el corpiño y las zapatillas, entonces te la sacas...Vuelve todo a la normalidad, a lo que ahora es nuestra normalidad, su cara de dolor que no puede disimular, me vuelve a mentir y yo vuelvo a hacer que le creo. Esos masajes de fantasía que en realidad no le alivian nada porque esa mierda se la esta comiendo por dentro y lamentablemente mi mano no puede llegar hasta ahí.

Claro que disfrute este día pero mi casa es muy grande, demasiado y cuando la gente se va se siente aún mas grande y el miedo, la tristeza y la incertidumbre se empeñan en querer llenar todo ese vacío. 

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